Adentrandome en el bosque

Sabía que estaba solo, no escuchaba a nadie más a mi alrededor. No iluminaba el camino... en realidad no quería ni siquiera que la luna pudiera iluminar mi rostro.
No me sentia bien, eso estaba más que claro, se reflejaba en mi rostro, y por eso no quería que luz alguna pudiera alumbrar mi cara.
Había encontrado esa pulsera, de la chica de Slytherin. Y aunque hice bien en entregarsela, me sentía idiota.
- Idiota... -Musité en voz alta, y junto a eso, un suspiro.
Odiaba como eran los Slytherin con los demás. Obviamente sabía que había excepciones, y esperaba que entregandole la pulsera que ella estaba buscando... esa pulsera que era tan especial para ella, pues... pudiera cambiar.
- Te equivocaste Pucey. -Alegué- Como siempre... -Me detuve y miré al cielo. Siempre he sido el payaso, en todos lados. Porqué no podía ser serio con alguien alguna vez?
Solté un suspiro hondo y me senté en el suelo, apoyando mi espalda en un árbol. Cerré mis ojos y sonreí de medio lado.
No cambiarás nunca Adrian. -susurré.

Estaba hundido en mis pensamientos, cuando escuché un ruido. Vi una luz verde, y luego sentí que alguien tropezó conmigo. Con mis rápidos reflejos, logré atrapar a la persona, quien cayó en mis brazos.
Cuando pude ver bien quién era, me di cuenta que era ella... y sonreí.
- Hey... estás bien? -Le pregunté, mientras la miraba sin levantarme, ni dejando de sostenerla entre mis brazos.- Te dije que te divirtieras, no que cayeras sobre la gente. -Reí por lo bajo y la miré detenidamente.

Me habia quedado mirandola. Sabía que ella no me podía ver bien, pero mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, así que estaba mirandola... cuando ella se levantó deprisa.
Tonto, pensé. Me levanté rápidamente y le sonreí.
- Y qué haces sola en el bosque? El mudito te dejó sola? -intenté sonar despreocupado, pero la verdad ya estaba, nervioso. Toqué mi nariz como acto reflejo, y agradecí la oscuridad, ya que no podía ver el nerviosismo en mi rostro.

Le sonreí. Quería luz... poder ver perfectamente su rostro.
Cuál será el color de sus ojos?, me pregunté. Luego vi que tomaba la varita algo tensa, así que tomé su mano.
- Calma... si algo pasa, yo estoy aquí. -susurré y le sonreí.- Quieres seguir caminando? -Le pregunté, no quería que se sintiera incomoda.

Ella ya había llamado mi atención... pero no se como hizo, para dejarme paralizado sin usar hechizo alguno.
En el momento en el que iluminó con su varita su rostro... quedé mirandola como bobo, estoy seguro. Es perfecta, pensé.
Me acerqué despacio, y la miré a los ojos. Obviamente ella notó mi mirada fija en sus ojos, ya que la luz de su varita también iluminó mi rostro.
- Eres... hermosa... -susurré y medio sonreí sin despegar mis ojos de los suyos. Intenté acariciar su rostro, pero detuve mi mano... no queria arruinar el momento, y no sabia si le iba a molestar.

"Hermosa, hermosa", esas palabras llenaban mis pensamientos. Me armé de valor y acaricié su rostro. Era suave... wow! podía ser más perfecta?
- Yo... -murmuré apenas, con la voz ronca, y luego acorté los centimetros que nos separaban... y posicioné mis labios sobre sus labios, besandola despacio.

Sus dulces labios me encantaron. No podía ser más perfecta... de verdad. Pasé una de mis manos por su cintura, acercandola hacia mi, y sin dejar de besarla. Sonreí en sus labios al darme cuenta que no me había rechazado... y nuestros labios dieron paso a nuestras lenguas. Todo en este momento era perfecto. Y olvidé todo mi entorno... ahora solo eramos ella y yo.
Cómo lo haces? -Susurré apenas sobre sus labios, y sonreí.

Se separó bruscamente de mi, mirandome con los ojos bien abiertos. Me preguntó como me llamaba, apenas si pudo armar la frase. Bajé la mirada, Idiota, me repetí en la mente, y suspiré.
- Lo lamento, no debi... perdón... -la miré apenado- Me llamo Adrian Pucey. -Intenté sonreir, pero me sentía bastante mal, creo que lo que no quería... incomodarla, lo había hecho.
- Te llevo a tu casa? -pregunté hablando bajo, me sentia realmente un idiota. La miré a los ojos, aunque ya no veía su rostro... ni sus hermosos ojos azules.

Levanté una ceja cuando escuché su oferta.
- Mis intenciones son quedarme por aquí o acercarme al lago pero no ir a mi casa todavía- sonreí y levanté la varita con sus luz para que pudiera ver mi rostro, el estaba demasiado alejado como para que la luz lo alcanzara a él.
- ¿Cómo me llamo?- le pregunté haciendo una mueca. ¿Qué había pasado? ¿Y por qué no me importaba de que haya pasado ni me molestaba la posibilidad de que vuelva a pasar?

Su rostro, lo volvía a ver. Sonreí inconscientemente, hasta que me preguntó como se llamaba. Hice una mueca, al igual que ella, y me encogí de hombros. Supuse que no había visto mis gestos, así que hablé.
- No lo se... -susurré- De verdad perdoname, no debí hacer lo que hice... soy estupido. -Rápidamente comencé con mis excusas. En realidad no me arrepentía de nada de lo que hice. Sus labios son los más dulces que he probado, y ella es la chica más perfecta que he visto... pero no se si ella ahora estará pensando que soy un loco sicopata.

Al principio la escuché muy serio todo lo que me decía. Y mientras se acercaba a mi... mi corazón comenzó a bombear sangre más rápido de lo normal. Cuando sonrió... con esa sonrisa típica de los Slytherin, reí por lo bajo. Y cuando dijo que no podía hacerme todo lo que dijo... sonreí amplio. Me acababa de dar cuenta, que no estaba molesta, en lo absoluto.
- Emma... -repetí después de ella.- Bonito nombre... -sonreí.- Sabes?... -Acerqué mi rostro un poco más, y susurré en su oido- No me arrepiento de nada... -sonreí y me alejé para mirar sus hermosos ojos, que me tenían hipnotizado.

Reí al escucharla, en realidad con todo lo que estaba haciendo, me encantaba aún más.
- No me quiero sobrepasar -Dije mientras la seguia, sonriendo.- Y me cuido, lo juro. -Reí por lo bajo y alcancé su ritmo, caminando a su lado. La miré de reojo y no pude evitar sonreír. De verdad era la chica más perfecta que había conocido.
- Aunque ya dijiste que no podías petrificarme. -reí divertido. -Lumus. -murmuré rápido, y alumbré el camino con mi varita. La tomé de la mano y caminé junto a ella hasta la salida del bosque.

Entrelazó sus dedos con los mios, y sonreí de medio lado, como ya era de costumbre cuando ella hacía algo.
- Pero yo no me paso de vivo contigo. -reí.- Menos te haría daño. -Logré ponerme serio y la miré deteniendome.- De verdad... no te haría daño. -dije mirandola a los ojos.- Y si me sobrepaso... sólo dimelo y dejo de hacerlo. -Le sonreí, y con mi dedo indice recorrí su mejilla delicadamente.

La miré y sonreí.
- Tengo 17 Años... y tu? -Enarqué una ceja y sonreí. Creo que no era el único que se perdía en sus ojos... a ella le pasaba lo mismo conmigo.