Esperando en la fuente (Emma y Adrian)

"Emma... soy un idiota, perdóname por no..." No, eso no. "Emma, sabes que te amo y que sin ti no vivo, verdad? Lamento irme sin decirte porqué pero..." No, tampoco! "Emma, te prometí que no me iría, y aquí estoy..." No, no y no!
No encontraba las palabras adecuadas, en realidad no había palabra alguna que pudiera expresar como me sentía, y en mi fuero el debate era inmenso.
Le había prometido que estaría con ella siempre, y me desaparezco a la primera.
"Idiota" Era la palabra adecuada para definirme, y en mi mente lo gritaba. Suspiré frustrado.
Eran las doce del mediodía, le había dicho a Emma que nos juntáramos en la fuente, para hablar... quería pedirle disculpas por ser el novio más estúpido del planeta, y pedirle una tarde juntos, donde ella quisiera, a hacer lo que ella quisiera. Esta tarde sería sólo y exclusivamente de ella.
Sonreí de medio lado al ver su figura caminando por los jardines, acercándose a la fuente, con esa gracia que sólo ella podía tener, y sólo ella podía cautivarme, anulando mis sentidos y haciéndome sentir esas sensaciones exquisitas.

Bueno, en este momento me encontraba caminando hacía la fuente, aunque estaba con los nervios consumiendo mi ser transformé mi rostro en una mueca de serenidad absoluta y, para agregarle un poco más, mi mirada de tranquilidad. Eso era bastante nuevo en mi, al tener a mi madre en el colegio me hacía sentir más "segura", por un lado, pero por el otro me hacía sentir que todos mis pasos estaban observados, lo cual seguramente era lo cierto y por ese motivo intentaba mantenerme tranquila y serena la mayor parte del tiempo.
Era Sábado al mediodía, las clases por el día de hoy habían terminado por lo que no estaba con la túnica puesta, se me había hecho costumbre. sin túnica cuando podía. En cambio ahora llevaba un short de jean gastado con una remera blanca corte princesa, el último regalo que me había hecho mi padre.
Lo vi sentado en la fuente, sonriendo en mi dirección, eso significaba que ya me había visto. Me acerqué a él lo más lento que pude, para alargar el tiempo... Con las chicas habíamos hablado del tema, habíamos quedado que le pondría los puntos, que le aclararía las cosas, no cualquiera puede dejar así por que sí a una Slytherin, menos a esta Slytherin. Suspiré por lo estúpido de mi pensamiento, a nadie podían dejar, ¿Por qué yo debería ser especial?
- Hola Adrian- saludé quedándome parada en frente de él.

Esta bien, dijo Adrian... no me saludó con un beso... ¡Rayos!
- Como estás, amor? -Le pregunté mientras me levantaba para quedar frente a ella, y me acerqué, besando sus labios.

Dejé que me besara, esta bien, ni yo podía con ello. Es que sus labios, su perfume, él en si era todo para mi, había llegado a ser una obsesión prácticamente, pensaba en él todo el maldito día. Me separé de él apretando la mandíbula, si seguía haciendo eso iba a perder toda la actitud, que mucho me había costado ponerme de acuerdo con mi misma por ello.
-Estoy y eso es algo- lo miré a los ojos y me senté en el borde de la fuente cruzando mis brazos.

Tragué en seco y me senté a su lado.
- ehh, amor... -la miré a los ojos y tomé sus manos. Abrí la boca para decir algo, pero no salió palabra alguna. Luego de un momento pude reponer una frase. -Perdóname, amor... sé que soy un idiota, no sé qué más decirte, sólo te pido que me perdones... -bajé la mirada, ya me sentía podrido. Suspiré hondo.

Lo miré y le dí un apretón en las manos para que levantara la vista.
- Yo no puedo decirte que no te perdono, porque no puedo -tensé la mandíbula- Pero tampoco puedo decirte que te perdono y como si nada hubiera pasado- aclaré- Desapareciste así como así, me dejaste preocupada, ni una carta de que no ibas a estar, nada.
Corrí la vista enojada hacía los jardines y respiré hondo soltándome de sus manos.
- ¿Tienes alguna idea de como me sentí?

La miré cuando apretó mis manos, y cuando esquivó mi mirada y soltó mis manos, me levanté y me hinqué delante de ella, intentando buscar su mirada.
- Sé que no te sentiste bien, Emma... y no quiero hacerte pasar por lo mismo de nuevo. -dije despacio- Te amo, como a nadie he amado... y quiero hacerte feliz... mi amor -susurré y tomé una de sus manos para acariciarla delicadamente.

Volví la mirada hacía él, demostrando en ella que estaba enojada.
- Pero no puedes irte así como si nada, volver de la misma forma como te fuiste para luego pedirme perdón y fin de la historia, todos felices- negué efusivamente con la cabeza intentando mantener las lágrimas dentro de mi, por ahora.
Corrí la vista mordiendo mi labio inferior para contener cualquier tipo de demostración de mis sentimientos. No quería parecer débil, no quería ser débil. Volví a mirarlo con el semblante en una mueca de tristeza y preocupación.
- Yo no quiero... no quiero terminar con esto -murmuré- pero esto tampoco me está haciendo bien a mi Adrian, estoy todos los días solas, pensando en qué estarás haciendo, si estarás con otra chica o anda saber qué -me mordí la lengua para no seguir hablando.

- No! - Exclamé cuando escuché lo último.- No estoy con ninguna otra chica, Emma! -Dije algo exaltado. ¿Cómo puede pensar que yo pueda estar con alguien más que con ella?
Luego de pronunciar lo último, tomé aire y me tranquilicé.
- No pretendo hacer como que todo está bien. Sé que no es así, sé que no basta con pedir perdón, y te entiendo... -suspiré y bajé la mirada.- No quiero alejarme de ti... -susurré lo último y solté sus manos.- Soy un idiota, por dejarte sola... -comencé a murmurar con la vista clavada en el suelo.- No lo hacía con intención... -Negué con la cabeza y me quedé callado, sin poder mirarla a los ojos... definitivamente, era el hombre más estúpido de toda la existencia. Tenía a la mujer más hermosa, más perfecta a mi lado, y la había dejado sola...- Voy a cambiarlo... si me lo permites... -susurré y por fin levanté la mirada para mirarla a los ojos, con la mirada triste, casi ausente.

No podía no perdonarlo, si yo lo amaba. Si, lo amaba con todo mi corazón y poco me importaba que estuviera comportándome como una idiota, dejando hacer cosas que no deberían pasar, poco me importaba todo si estaba con él.
Si, lo había extrañado con cada centímetro de mi corazón y ahora que lo tenía delante de mi ¿lo iba a dejar ir así como si nada? Para nada. Era mi novio por algo ¿No? Lo amaba por algo ¿No? Estaba en mi mente cada minuto, segundo y hora del día por algo ¿No? Porque el era todo lo que alguna vez necesité, lo que ahora necesitaba, y lo que quería. Era el hombre que me hacía feliz hasta sentirme loca de remate, el era al que quería amar pase lo que pase, sea como sea. Lo miré a los ojos y sentí que una, solo una, lágrima se desprendía de mi ojo para recorrer toda mi mejilla.
- Si vas a desaparecer de nuevo por lo menos avísame o dame una razón -murmuré- pero preferiría que no te vayas de mi lado.

Al escuchar sus palabras sonreí, y vi como una lágrima recorrió su mejilla.
Me senté a su lado, sin dejar de mirarla. Levanté mi mano y acaricié su mejilla, quitando la lágrima delicadamente.
- No pretendo irme... mi amor -Sonreí y besé sus labios despacio, los necesitaba tanto...- Te amo... -Susurré sobre sus labios y la besé nuevamente.
Era todo lo que necesitaba. Si estaba ella todo en mi vida estaba completo. Desde que la conocí, Emma ha sido mi felicidad, y haré todo lo posible por no perderla nunca.

Esta vez le devolví el beso, no podía negarlo, necesitaba sus besos y sus caricias.
-Yo también te amo-murmuré antes de volver a sentir de nuevo sus labios sobre los mios. Sentí esa electricidad que había sentido la primera vez que lo besé y supe que no había errado en mi decisión de quedarme con él, lo amaba y lo necesitaba. Era mi razón de felicidad, mi razón de permanecer en pie.

Me alejé un poco para poder mirarla a los ojos. Le iba a proponer algo que esperaba, me dijera que si.
- Amor... - Susurré y me aclaré la garganta, tomando nuevamente sus manos.- ¿quieres ir a Venecia conmigo? -Enarqué una ceja y sonreí de medio lado, sin dejar de mirarla a los ojos.

Abrí los ojos sorprendida. ¿Venecia había dicho?
- ¿A Venecia? -levanté una ceja.
No conocía Venecia y no me molestaba ir a conocerlo, ya había conocido Turquía gracias a Perry, ahora conocería Venecia junto a mi novio, genial. Reí para mi misma.
- Creo que es una idea interesante.

Sonreí ante su respuesta y me levanté, sin soltar sus manos.
- Un fin de semana, lejos de los libros, y de la gente. Sólo nosotros dos, disfrutando el uno del otro. -Musité mirándola.- ¿Te gusta la idea de pasar el fin de semana al lado del insoportable de Pucey? -Pregunté soltando una pequeña risita.

Me levanté con él sonriendo.
- Me parece una excelente idea -sonreí y luego hice una mueca- Debería pedirle permiso a mi madre? -me mordí el labio inferior.

Tragué saliva cuando escuché lo del permiso.
- Es necesario? -¡Que decía! Si era necesario, Somos dos menores de edad que queremos ir a Venecia, solos, un fin de semana. Suspiré y asentí con la cabeza.
Si quería estar con Emma, debía ser responsable en cuanto a los permisos se tratara. Debía ganarme la confianza de sus padres. A pesar de que...
Fruncí el ceño ante mi pensamiento.

Me encogí de hombros.
- No se si es necesario- rodeé los ojos- Siempre hice lo que quise cuando quise -levanté una ceja- ¿Por qué no hacerlo ahora también?
No es que no quería preguntarles porque me iban a decir que no, mi padre jamás se enteraba de las cosas que yo hacía dentro o fuera del colegio ya que ni sabia si estaba dentro o fuera del colegio. Los fines de semanas yo hacía lo que se me daba la gana y ellos ni se preocupaban, o eso pensaba yo, pero el tener a mi madre en el colegio hacía que se diera cuenta de las cosas que hacía pero... ¿Qué problemas me traería? ¿Me daría una charla? ¿Más tarea? ¿Qué más? Mi madre era buenísima en todos los aspectos, ella ni siquiera me diría que no.
-Estoy en una etapa rebelde de mi vida- admití mirándolo divertida- No quiero pedir permiso, solo quiero ir.

La miré y sonreí de medio lado. Rebelde la hacía ver mucho más sexy...
Mordí mi labio y solté una pequeña risita.
- Entonces sin permisos. -Afirmé. La tomé de la mano y entrelacé nuestros dedos, levanté la varita y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en una de las calles de Venecia.
La miré a los ojos sonriendo y besé su mejilla.
- Ahora hay que buscar un hotel. -Susurré cerca de su oido y me alejé para mirar el paisaje.

Supuse, estaba segura que la sensación de la teletransportación la iba a padecer sea cual sea el momento decisivo para partir, pero no supuse que sería en ese mismo instante. Me mareé un poco y me aferré más de su mano. Esta bien, todavía no me acostumbraba a ese sentimiento que producía, pero cuando beso mi mejilla todo estuvo bien, mágicamente.
- Pero -me quejé y lo miré sin siquiera mirar el paisaje- No me dejaste ni traer ropa ¿Se supone que voy a estar todo el día vestida con la misma? -levanté una ceja- Ni la varita tengo encima- bufé y reí. Era estúpido, no tenía que reírme por ello, estaba básicamente indefensa, aunque lo tenía a él a mi lado, tampoco quería que se sintiera culpable.
- Yo creo que primero -hice una mueca- hay que volver al colegio a buscar ropa y ... lo que sea que necesitemos- hice un movimiento con mis manos para abarcar cualquier cosa que se le pase por la mente- y luego volver -sonreí mirándolo.





Off: Además deberíamos armar el tema en Venecia :)

La miré atento y reí, tenía razón.
Asentí con la cabeza y apreté fuerte su mano.
- Volvamos al colegio entonces... -Le sonreí y levanté mi varita. Luego ya estábamos otra vez en el colegio, pero ahora en su habitación.
- Debimos haber hecho esto cuando queríamos ir a mi cuarto. -Le susurré cerca de su oído y reí.

[Si, dale ]

Contuve la respiración esta vez, para que no se sintiera tanto.
Aparecimos en mi cuarto, lo que me hizo sonreír traviesa. Eso significaba que sea acordaba a la perfección como era, para saber donde quería ir.
Reí a carcajadas girando mi rostro y dándole un beso en la mejilla.
- Acuérdate que yo no puedo hacerlo porque todavía no tengo edad- sonreí dulcemente- Sólo tú puedes...
Me solté de tu mano y lo primero que hice fue agarrar la varita que la había dejado sobre mi cama. Y lo miré levantando una ceja.
- ¿Qué se supone que debo llevar? ¿Hace frío o calor?

Sonreí travieso y la tomé por la cintura, volviendo a poner mis labios cerca de su oído.
- Entonces creo que te vendré a visitar en las noches... -Susurré y besé su mejilla.
Ella se soltó de mi abrazo y fue directamente hacia donde estaba su varita, reí por lo bajo.
- Hace frío, amor. Allá están entrando al Invierno. -Le sonreí y crucé mis brazos, mirándola. Para mi no había problema, ya que yo era Licantropo, pero para ella si lo era.

Reí ante su conducta.
- Ahora te haces el malo -señalé sus manos cruzadas e hice un puchero - Entonces te esperaré por las noches- le guiñé un ojo riendo y me dí vuelta para abrir el ropero. Hice un movimiento con la varita y salió de adentro de este una valija y la ropa empezó a colocarse dentro de ella sin ningún impedimento.
- ¿Usted no va a buscar ropa Sr. Adrian? -lo miré de soslayo.

La miré y me acerqué a ella, para quedar cerca de su rostro. Le sostuve la mirada por unos segundos y luego sonreí de medio lado.
- Te gusto mas... con ropa o sin ella? -La miré travieso y luego reí por lo bajo.
- Para mi es más fácil empacar. -Musité.- Mucho más fácil, aún más que La Reina de las Serpientes, empacando con magia. -Sonreí y besé la punta de su nariz.