Fin de Semana en Venecia (Emma y Adrian +18)

Suspiré, tomé su maleta con la mano que tenía libre y comencé a caminar tomado de su mano.
- Si sé que lo sabías... sólo te lo recordaba.. -dije mirando el paisaje.
Caminamos unas cuantas cuadras hasta encontrar un Hotel. Pagamos la estadía y subimos a nuestro cuarto.

No podía dejar de ver hacía todos lados mientras caminábamos, si no fuera porque estaba de su mano y el me guiaba seguramente me hubiera atropellado con un par de Muggles por delante. Cosa que me hubiera molestado un poco. ¿Un poco? ¿A quien engañaba? Seguía sintiendo esa repulsión hacía los Muggles. Cuando entramos al hotel más aún me sorprendí era mágicamente hermoso, ¿ estábamos en el mismo planeta o habíamos sobrepasado la atmósfera? Era imposible que cabiera tanta belleza en un pequeño lugar.
Cuando entramos al cuarto me solté de su mano y me dirigí directamente a la venta, abriéndola para ver el paisaje.
-Esto es completamente hermoso- murmuré.

Sonreí al verla tan encantada con la ciudad.
Me acerqué a ella, y la abracé por detrás, besando su cuello.
- No más hermoso que tu, mi amor.. -Susurré en su cuello y sonreí.
- Me gusta que te guste. -La miré de perfil y besé su mejilla.

Reí bajito al sentir sus labios en mi cuello y sonreí cuando besó mi mejilla. Me giré sin la necesidad de que el quitara sus manos de mi cintura, quedando totalmente enfrentada a él.
-Te amo Romeo- sonreí traviesa y besé sus labios con dulzura. Dentro de todo podíamos llamarnos Romeo & Julieta ¿no? Tenía algo de parecido nuestra historia, solo que aquí su familia había salido perdiendo por culpa de la mía y yo me arriesgaba a que mi padre quisiera matarlo a él por querer estar a su lado. Además del hecho de que yo debería querer matarlo en vez de amarlo.

Sonreí sobre sus labios y me alejé un poco para poder mirarla a los ojos.
- Te amo... Mi Julieta... -Susurré sin quitar la vista de sus hermosos ojos, que me había cautivado desde la primera vez que la conocí.
Acaricié su mejilla por un momento, y luego besé sus labios. Me separé y caminé hacia donde estaba la cama, recostándome en ella.
- Estamos lejos de todo el mundo. -Sonreí.- Bueno... nuestro mundo. -Aclaré y reí por lo bajo.
Me gustaba el hecho de no tener a nadie más, cerca de nosotros. Estábamos los dos solos en Venecia, y sin ninguna interrupción. Olvidándonos de todos, y de todo.

Lo miré directamente a los ojos, como el lo hacía conmigo, sus ojos hacían que me sintiera segura, que todo lo que estaba haciendo, todo lo que estaba sacrificando para estar a su lado valía la pena. Aunque había tomado la decisión que si su vida se ponía en peligro por estar conmigo me alejaría, era de lo que más segura estaba, no dejaría que el sufriera o las pague por mi culpa, por mis actos. En este caso los Mortio no se iban a llevar la batalla ganada.
Sonreí al escuchar sus palabras : Mi Julieta, y disfruté esa electricidad que había cuando su piel acariciaba la mía. Saboreé nuevamente sus labios por un momento antes de que el se separara de mi lado.
Lo seguí con la mirada, la habitación ya se estaba quedando sin luz, esto pasaba puesto a que ya era casi de noche, estaba atardeciendo. Algo que por un lado me pareció extraño ¿Por qué el tiempo pasaba tan rápido cuando estaba con el? Pero tenía lógica: Al mediodía nos habíamos encontrado en la fuente y entre la conversación y las veces que fuimos y venimos, se podía decir que había pasado casi toda la tarde.
- Me gusta esa idea -sonreí volviendo a mirar por la ventana, maravillada por la hermosura de ese lugar- Pero nuestro mundo puede aparecer por aquí cuando se les da la gana, así que no nos tomemos tan tranquilos ese tema- aclaré casi en susurro pero tan alto como para que el me pudiera escuchar. Yo sabía que el iba a entender mis palabras, hasta mi padre podía aparecer por allí si se enteraba que yo lo estaba.
Me acerqué a donde el estaba y me senté a su lado, mirándolo.
- ¿Sabías que ayer... 16 de Diciembre cumplimos un mes juntos? -sonreí dulcemente.

Al escuchar sus palabras cerré mis ojos. No quería que lo dijera... pero lo hizo.
Suspiré. No quería a nadie cerca de nosotros, no quería saber de los Mortifagos, ni de nuestras familias.
Cuando dijo lo último, sonreí aún con los ojos cerrados.
- Lo sabía perfectamente... - Dije, y abrí mis ojos para mirarla. Me senté en la cama y la abracé por la cintura.
- Por eso, el fin de semana sólo será para nosotros... apartados de cualquier cosa... -Susurré cerca de su rostro.- Prométeme eso. -Dije lo último, mirándola a los ojos, seriamente.

-Lo prometo -murmuré y besé sus labios sonriendo. La idea de pasar todo un fin de semana solo con el, sin nadie más que nosotros dos era simplemente perfecta. Estar solos, alejados de todos, sin preocuparnos de nada.
Lo empujé suavemente para que cayera a la cama, volviendose a acostarse y yo fui con el quedando encima de su pecho. Mis cabellos caían en cascada a los costados de su rostro. Reí por lo bajo y besé sus labios nuevamente.
- Solo nosotros dos.

Me empujó a la cama, quedando sobre mi, me besó y pronunció esas hermosas palabras. Cómo me encantaba estar con ella... y este fin de semana la tendría sólo para mi.
Dejé mis manos en su cintura, y la besé, despacio pero apasionadamente.
- Te amo... -Susurré entre besos.

Hacia bastante tiempo que no podía disfrutar sus besos y esta vez lo hice. Le continué el beso aún luego de que haya pronunciado esas palabras que hacían saltar mi corazón a mil por hora. Yo también lo amaba, y esas palabras eran magníficas.
-Yo también te amo-murmuré sobre sus labios y mordí suavemente su labio inferior, traviesa.

Me estremecí al sentir sus dientes jalando de mi labio inferior, y la tomé fuerte de la cintura, intentando controlarme. Mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal y tensé la mandíbula levemente.
- Emma... -Susurré algo ronco y sonreí de medio lado, mirando sus labios.
Si lo que quería era que me descontrolara, ya había encontrado la forma de hacerlo.

Reí bajito, amaba como decía mi nombre, mejor dicho amaba todo lo que él hacía o decía.
-Esta bien, me portaré bien- murmuré y besé sus labios aún riendo. Lo bueno es que había descubierto que uno de sus puntos débiles era que muerda su labio inferior. Reí para mi misma.

Sonreí y besé su cuello, despacio. ¿Portarse bien? Mmm...
- Y... ¿qué quieres hacer? -Le pregunté aún besando su cuello.
Me encantaba sentir su piel, era algo tan placentero, sentir a la mujer de mi vida, rozar su piel, sentir su aroma en todo mi cuerpo.

Sonreí y mordí mi labio inferior al sentir sus besos sobre mi cuello. ¿El se daba cuenta de la sensación que esto me provocaba? Un cosquilleo inundaba todo mi cuello en ese momento. Con mis manos empecé a jugar con su cabello.
-No lo sé -susurré, cuando lo tenía tan cerca se me hacía estúpido hablar en voz alta.- Lo que tú quieras.

Sonreí en su cuello y levanté la mirada.
- ¿Segura? ¿Segura que quieres hacer lo que yo quiera? -Le pregunté sonriendo de medio lado.

Lo miré a los ojos sonriendo. ¿Me estaba preguntando si estaba segura de querer hacer lo que el quiera? Si ya se lo había dicho arriba.
-Si, quiero hacer lo que quieras- sonreí - Excepto separarte de mi o volver al colegio, lo que sea.

(Ya se lo habias dicho arriba? o ya se lo habias dicho antes? XD JAJAJ)

Sonreí y me hice a un lado, levantándome de la cama.
- Bueno, entonces... ¿vamos a tomar un café? -Le pregunté mirándola, con una sonrisa en mi rostro. Aunque me moría de ganas de hacer la mía, me controlaría.

Cuando vi que se separaba de mi lado lo miré de mala gana.
- Te dije que todos menos separarte -bufé y sonreí levantándome. - Prefiero una chocolatada -reí bajito. La verdad es que no comía desde el mediodía, vendría bien un poco de alimentación, para recuperar energías.

Tomé su mano y besé su mejilla.
- Lo que usted quiera, bella signorina. -Dije lo último en italiano, y con el propio acento de los lugareños. Sonreí de medio lado, como era usual en mi. Hace mucho tiempo que no hablaba así, desde que vivía con mis tíos.
Salimos del hotel y caminamos algunas cuadras, buscando un lugar para comer.

Entrelacé mi mano con la de el y sonreí cuando beso mi mejilla, esto lo hacia mucho más seguido últimamente. Cuando hablaba en italiano se veía tan.. tan sexy. Reí para mi misma.
Salimos del hotel y emprendimos una caminata por las calles de la ciudad, sorprendiéndome en cada rincón, esquina y espacio vacío de ella.
- ¿Cómo es posible que haya tanta belleza concentrada en un solo lugar? -pregunté distraída mirando hacía todos lados.

La miré de reojo y reí por lo bajo.
- Yo me pregunto exactamente lo mismo cuando te veo... - Musité sonriendo. Luego divisé un Restaurante y entramos. Buscamos una mesa y nos acomodamos esperando que llegara el garzón.

Lo miré sintiendo que toda la sangre subía a mis mejillas.
- Ya te he dicho que exageras con eso- levanté una ceja mientras entrabamos a un restaurante. ¿En un Restaurante tomar una chocolatada? ¿Tomar una chocolatada a la noche? Bueno... Media estúpida el querer tomar una leche chocolatada a la noche.
Nos sentamos en una mesa que estaba sobre uno de los ventanales, mostrándonos lo hermoso de la ciudad. Lo miré a los ojos mientras esperábamos que aparezca el que atendía el lugar Muggle. Me dediqué a observar cada porción de su rostro, sin dar palabras, solo observar.

- No exagero. -Murmuré mientras nos sentábamos, y miré por el ventanal.
Hace mucho que no estaba por aquí, y la verdad es que me sentía como en casa.
Volví la mirada hacia ella, y me estaba observando. Bajé la mirada sonriendo.
- ¿Observas lo imperfecto que me veo a tu lado? o, ¿cómo pudiste enamorarte de mi? -Reí por lo bajo y volví a mirarla. Definitivamente podían ser esas las preguntas que se planteaba en su mente, porque eso me preguntaba todos los días. Como ella, una mujer tan hermosa, tan perfecta... tan... exquisitamente sexy, podía haber llegado a fijarse en un idiota como yo, eso no tenía explicación.

Levanté una ceja.
- Deja de decir cosas sin sentido- negué con la cabeza tomando un mechón de mi cabellera rubia para dejarla detrás de mi oreja. - Estaba mirando lo hermoso que sos- sonreí dulcemente y miré por la mirada buscando las palabras.
- Sos perfecto Adrian, sos más de lo que yo me merezco- volví la mirada a él- Y no me digas que no.

Sonreí y me senté a su lado, cerca de ella. Tomé sus manos y la miré a los ojos.
- Tu te mereces lo mejor, eres una chica... perfecta. Para mi tu eres todo lo que yo quiero. No necesito a nadie más que a ti, y sé que tal vez no soy el mejor hombre, el más hermoso, o el más perfecto, tal vez no soy muy romántico, o no demuestro muchas cosas... no se -bajé la mirada por un momento, pero rápidamente volví a mirarla a los ojos. - Pero lo que si es seguro, es que te amo como nadie te ha amado, y como nadie te va a amar... y quiero hacerte feliz, quiero entregarte todo mi amor, todo de mi. Quiero que seas la mujer con la que quiero compartir toda mi vida... -Dije sin titubear, y sin quitar la mirada, de sus hermosos ojos azules.
Para mi Emma era mi vida, era la familia que me faltaba, era mi mejor amiga... lo era todo.