Fin de Semana en Venecia (Emma y Adrian +18)

Reí fuerte.
- ¿Tu abuelo te decía eso? -Pregunté riendo a carcajadas.
- Bueno tal vez tiene algo de cierto. - Dije controlando mi risa.
Me contuve y logré calmarme un poco. Miré su rostro y besé su mejilla.
- Hermosa... -Susurré y sonreí de medio lado.

Sonreí al sentir su beso en mi mejilla y me recosté de lado para verlo con más claridad.
- Siempre me hacía reír para que se "limpien mis neuronas"- sonreí recordándolo. Había sido mi modelo a seguir desde siempre, siempre había sido su "princesita".
Me mordí el labio inferior.
- Un lindo recuerdo.

Sonreí y acaricié su mejilla.
- Recuerdos... -Murmuré y sonreí de medio lado.
Me acerqué lentamente separándome un poco de la cama y la besé, tomando con una de mis manos su mentón.

Sonreí traviesa cuando vi que se acercaba para besarme. Le devolví el beso con delicadeza y sonriendo. ¿Quién habría dicho que Emma Pasquini se enamoraría? Me había enamorado de una persona perfecta en todos los sentidos, lo amaba, me había cautivado.
Mordí su labio inferior y reí traviesa.

Me respondió el beso delicadamente, pero luego mordió mi labio inferior, haciéndome estremecer. Tomé aire y solté su mentón, para tomarla por la cintura, besándola desesperado, me recosté sobre ella, mientras ponía una de mis manos en la cama, sosteniendo todo el peso de mi cuerpo en ella.
Me separé unos pocos centímetros de su boca, chocando nuestras frentes y mirando sus preciosos ojos azules.
- Emma Pasquini, no juegues con fuego... -Murmuré cerca de sus labios.

Reí ante su reacción, lo había descubierto, su punto débil. Le contesté el beso de la misma forma que él me besaba.
Lo miré a los ojos fijamente y con toda la intensidad posible, esos ojos que tanto me gustaban.
- Ya me quemé hace bastante, no me interesa quemarme de nuevo- me mordí el labio inferior traviesa para luego levantar mis labios y besarlo con intensidad, enredando mis manos en su cabello.

Sonreí pícaro al escucharla decir eso y le seguí el beso de la misma forma con la que ella me besó.
La tomé de sus muslos, acariciándolos, mientras nuestras lenguas se movían desenfrenadas dentro de nuestras bocas.
Si tan sólo supiera todo lo que ella me hacía sentir, se daría cuenta lo loco que me trae.
Luego mis manos subieron hasta su cintura, y su abdomen, levantando la remera.
- Quítate la remera, esta estorbando. - Susurré sobre sus labios, entre besos, y sonreí travieso.

Me estremecí ante sus caricias ¿el sabía lo loca que me ponía? Mi pulso ya estaba a mil por hora y mi respiración ya había perdido completamente el control. Sonreí sobre sus labios y lo aparté de mi con mis manos para poder sacarme la remera con plena comodidad. Antes de que el volviera a su lugar me dediqué a sacar la suya sonriendo traviesa.
Observé su pecho y abdomen tomándolo del cuello y atrayendolo de nuevo a mis labios, con más deseo.

Emma se quitó la remera y también quitó la mía.
Volvió a besarme y no me quejé, la besé desesperado, y acaricié su abdomen.
Luego subí a sus pechos, y me dispuse a quitarle el sostén, tirándolo lejos.
La miré, con la respiración agitada, y besé sus pechos.
La deseaba, demasiado.

Me mordí el labio inferior cuando beso mis pechos. Ya estaba bien seguro que quería volverme loca, lo había dejado claro en sus actos. Mi respiración aumentaba su ritmo cada minuto que pasaba, mi corazón parecía que quería salirse de su cavidad y gritar que amaba y deseaba a ese hombre que estaba conmigo.
- Adrian- murmuré con vos ronca y la respiración entre cortada. Ni sabía porque había dicho su nombre, simplemente lo había dicho.

Nombró mi nombre, y yo me detuve por un momento.
Levanté la mirada, mirándola a los ojos, algo preocupado.
- ¿Pasa algo? -Pregunté con la respiración agitada.
Subí mis manos hasta su rostro y acaricié sus mejillas.

Reí nerviosa.
- No -sonreí avergonzada- Ni sé porque dije tu nombre -murmuré y besé sus labios con delicadeza.
- Perdón- reí bajito cerrando los ojos y acariciando su espalda con mis manos- No quería preocuparte.

Sonreí de medio lado y la besé.
- No hay problema... -Murmuré y comencé a besar su cuello.
Bajé mis manos, para desabrochar su pantalón, y se lo quité.
Desabroché rápidamente el mio, y busqué con mis labios nuevamente los suyos, para besarla algo desesperado.

Le respondí el beso de igual manera, desesperada por sus labios, por el contacto de nuestros cuerpos, por el. Bajé mis manos hasta su pantalón y empecé a bajarlo haciendo lo mismo con mis labios, que pasaron por su cuello y luego por su pecho para terminar en su abdomen, en el momento que terminaba de quitar sus pantalones. Sonreí sobre su piel desnuda subiendo nuevamente, haciendo un recorrido con mi lengua hasta sus labios, los cuales los besé con puro deseo.

Quitó mis pantalones de una manera tan sexy, que no pude disimular mi excitación.
Marcó un camino hasta mis labios, con su lengua, y yo me estremecí despacio, cerrando mis ojos para disfrutar el momento.
Tomé con una mano su calzón, y lo destrocé. Bajé mi bóxer, tomé sus muslos, viéndose en la obligación de cruzar sus piernas alrededor de mi cintura. Besé su cuello, seductor, y la miré a los ojos, sonriendo de medio lado, antes de penetrarla despacio, haciéndola arquearse de placer.

Reí bajito mientras rodeaba su cintura con mis piernas. Sentir sus besos en mi piel era como sentir fuego en donde sus labios tocaban mi cuerpo, para ser sincera, extrañaba esa sensación.
Cerré los ojos y arqueé mi espalda cuando lo sentí entrar en mi cuerpo, dejé escapar un gemido sordo por entre mis labios y tiré la cabeza para atrás. Otra vez, estábamos unidos, unidos en cuerpo y alma.

Cerré los ojos al penetrarla, y me mordí el labio, ahogando un gemido.
Me movía lento, despacio, haciéndola disfrutar el momento, y obviamente disfrutando de ella.
Acaricié sus pechos, su abdomen, su espalda, sus muslos, y cada parte de su cuerpo, con mis manos.
Hacerle el amor era lo más maravilloso del mundo.

Tantas sensaciones juntas podría decirse que me hacían volver loca. Lo sentía en cada parte de mi cuerpo. Mi corazón aumentó el ritmo cardíaco tanto que pensé que hasta él llegaría a escuchar los latidos de mi corazón, supe que mi sangre había subido a mis mejillas por el solo hecho de pensar en ello.
Nuestros caderas se movían a un ritmo tranquilo, suave y delicado, lo cual hacía disfrutar cada movimiento, cada suspiro, cada caricia, cada todo de esa situación. Besé su cuello mientras acariciaba con mis manos su espalda.

Los movimientos comenzaron a ser mas rápidos, y de a poco subimos la intensidad. Ahora los movimientos eran más fuertes, haciéndola gritar de placer.
Se me escaparon varios gemidos, me estaba volviendo loco sentirla de esta manera.
agarré fuerte las sábanas, con la mano que tenía apoyada en la cama, cerrando mis ojos con fuerza.

Sus movimientos aumentaron hasta el punto de hacerme gritar de placer, y eso era un poco raro en mi, siempre intentaba mantenerme bajo la linea, pero esta vez, esta vez no pude. Sentirlo me daba tanto placer que no me lo podía guardar para mi.
Me mordí el labio inferior cuando sentí que el tomaba las sabanas con fuerza, quise reír por lo bajo pero no pude, las sensaciones eran más fuertes que otra cosa. Apreté mis manos con fuerza en su espalda y lo atraje más a mi, para que nuestros cuerpos se rozaran en cada centímetro visible.

Me atrajo hacia ella, y sonreí de medio lado.
Descansé mi cabeza en su hombro mientras me movía más rápido, haciéndole el amor hasta llegar al clímax.
Cerré mis ojos con fuerza, y empuñé mis manos, con la respiración agitada, y los latidos de mi corazón descontrolados.
- Dios... -Murmuré jadeando.

Suspiré sobre su cuello con cada movimiento. Y mordí el lóbulo de su oreja cuando habló, sonreí traviesa. Lo amaba tanto, era el único que me hacía sentir mujer en todos los sentidos. Mi respiración estaba descontrolada y los latidos de mi corazón también.
-Te amo - murmuré.

Me recosté a un lado de ella, intentando acompasar mi respiración.
- Yo también te amo, mi amor... -Dije con la voz ronca, y carraspeé.
Lejos, estaba siendo el mejor fin de semana de toda mi existencia.
Me levanté y con las sábanas, tapé su hermoso cuerpo, acostándome nuevamente a su lado.

Sonreí mirando hacia el techo tomando las sábanas para taparme. Me recosté de lado dejando mi cabeza en su pecho y suspiré sonriendo. Ese momento era perfecto, todo ese fin de semana iba a ser perfecto.

Suspiré y cerré mis ojos.
Ya era de noche y estaba cansado.
- Buenas noches, mi amor... -Susurré y besé sus cabellos.