Un Buen Día (Adrian +18)

Estaba caminando, no tenía nada que hacer, ya que había tenido clase a primera hora, y luego no tenía más clases, por hoy. Iba caminando con las manos en los bolsillos, algo despistado, cuando la divisé a lo lejos, y me acerqué siguiloso.
- Hola, hermosa... -susurré en su oido, y sonreí de medio lado, sacandola de sus pensamientos.

Sonreí al escuchar su voz.
- Mejor que nunca. -Dije y sonreí amplio. Me senté a su lado y pasé mi brazo por sobre hombro, abrazandola.
- Y tu? Como estás? -La miré y sonreí de medio lado. Es hermosa...

- Bueno... -me acerqué a su oido, mirando hacia todos lados, así como escondiendo algo.- Si quieres, me esperas... voy a cambiarme, y nos olvidamos de los deberes. -Susurré y sonreí de medio lado. Me alejé y la miré.- O si prefieres, puedes acompañarme a mi cuarto. -Le sonreí inocente y luego reí por lo bajo.
- Además... podríamos buscar un poco de protector solar. -Sonreí y con mi dedo indicé acaricié sus mejillas, que estaban rojas por el sol.

Sonreí al sentir su beso en la punta de mi dedo, y me acerqué a su rostro.
- Sé que no puedes... y eso lo hace más excitante. -Susurré y enarqué una ceja, sonriendo desafiante. Miré sus labios.- Me encanta cuando muerdes tu labio. -Sonreí, y me alejé un poco.

Sonreí, me levanté y tomé su mano. La había convencido.
- No hay problema, yo te guío. -Le guiñé el ojo, y caminé con ella por el Jardín.
Caminamos normalmente, hasta llegar a la casa Ravenclaw. Fue facil entrar a en la Sala común, gracias a que ella no tenía la túnica. Llegamos a mi cuarto y cerré rápidamente la puerta. Nadie iba a molestarnos, y nadie iba a arruinar el momento. Sonreí de medio lado y la miré.
- Hemos llegado. -Me alejé e hice gesto con mi mano para que mirara el cuarto. Reí por lo bajo.

Hice una mueca, y suspiré.
No... duermo con otro chico. Pero no nos va a molestar. -Sonreí travieso, y caminé hacia el armario dandole la espalda a ella. Me quité la túnica, y la camisa, Quedando con el dorso descubierto. Buscaba una remera.

Saqué una remera verde, y me la puse rápidamente, dandome vuelta para verla a ella. Le sonreí y me senté en mi cama, sin antes tomarla de la mano y jalarla para quedar frente a frente. Yo sentado, y ella parada frente a mi. La tomé de las manos.
- Extraño tus besos... -susurré mirandola, y sonreí de medio lado.

Me jaló para que me levantara, y eso hice. Se acercó a mi... y rozó sus labios con los mios. Como podia torturarme de esa manera? Su sonrisa pícara hizo que deseara mucho mas besarla.
- No me tientes... porque despues, no respondo... -Susurré mirandola a los ojos.

Que no lo hacia? Me estaba matando!
Sonreí sobre sus labios cuando me beso. Sus labios tan dulces, me encantaban.
Cerré mis ojos y posé mis manos en su cintura. La acerqué más hacia mi, y comencé a acariciar su espalda, subiendole un poco la remera.
Mi corazón ya había cambiado su ritmo, y latía más rápido de lo normal.

Ella entera, me hacia desearla. Cómo lo hacía?
Caminé con ella por el cuarto, sin dejar de besarla, hasta acorralarla contra la pared.
Me aparté un poco de sus labios para tomar aire, y seguir besandola en su cuello, de forma seductora.
Sé que a ella le costaba mucho esto, porque yo era un Ravenclaw, y ella una Slytherin. Pero no iba a parar esto. Ella me encantaba, y a ella le pasaba lo mismo conmigo.

Me encantaba tanto! Y no sabia el esfuerzo que estaba haciendo, por controlarme.
- Me gustaría quemarme. -Susurré en su cuello y pasé mis manos por su abdomen, acariciandolo debajo de su remera. Su piel era tan suave... "Calmate, Pucey!" Grité en mi fuero interno, pero seguí besando su cuello. Subi a besar su mandibula, y luego probé nuevamente sus dulces labios, esta vez de una forma más desenfrenada.

Correspondió mi beso de la misma forma. Esto ya no tenía vuelta atrás, los dos lo sabíamos perfectamente.
No se como lo hizo, pero logró atraparme por completo. Ya no quería nada, ya no quería a nadie más... ella ocupaba todos mis pensamientos. Ella se había convertido en mi pensamiento preferido.
La separé de la pared, para caminar con ella en sentido contrario... hasta la cama.
La recosté rápidamente en ella, pero sin dejar de lado la delicadeza, y me recosté a su lado, sin dejar de besarla.
Seguí acariciando su abdomen, levantando la remera un poco más.
Me separé de sus labios, mi respiración era entrecortada, y mi corazón latía desbocado.
Con la mirada recorrí su cuerpo. No debí haberlo echo. Tragué en seco, y la volví a besar desesperado, cerrando mis ojos con fuerza. Debía sacar de mi mente la imagen de esa pollera... tan corta... Maldición! Piensa en algo más!