Fin de Semana en Venecia (Emma y Adrian +18)

-Buenas noches mi amor.. -besé su pecho y cerré los ojos abrazando con uno de mis brazos su cuerpo. La idea de despertarme el día de mañana a su lado se me hacía interesante y nuevo. Ya tenía decidido que íbamos hacer el día siguiente, esperaba sorprenderlo y contaba los segundos para que me despierte al otro día.

Abrí los ojos, y bostecé, estirando mis brazos hacia los lados.
Emma dormía aún en mi pecho, como un angelito. Sonreí y besé sus cabellos.
Se sentía tan genial despertar con la mujer que amo, a mi lado. Me gustaría vivir este momento más seguido. Sonreí ante ese pensamiento.
La acomodé en la cama, y besé su mejilla, dejando mis labios sobre ella, por unos segundos.
Me levanté, caminé hasta el baño y me metí a la ducha.
Dejé correr el agua, refrescandome. A pesar de que en Italia ya era Invierno, el día de hoy estaba muy caluroso.

Una luz completamente amarilla molestaban mis parpados. Giré quedándome boca abajo, para que esa luz no me molestara. ¿Por qué tenía que estar de sol justo esa mañana que quería dormir? Me tapé con las sábanas hasta la cabeza enojada. *Alto* Me quedé paralizada. ¿Sol? ¿Luz? En mi habitación de Hogwarts no podía entrar luz, nunca había luz. Me giré casi histérica abriendo los ojos como platos, lo cual me llevó a la reacción de volver a cerrarlos por la luz tan brillante, no terminé de apoyar mi cuerpo en la cama que sentí como caía de ella y chocaba todo mi cuerpo contra el suelo.
Me paré de inmediato buscando la varita, no tenía que estar lejos de mi. Y miré histérica a todos lados. Reí amargamente cuando me di cuenta en donde estaba y con quién estaba.
Tomé la primera prenda que encontré por allí, justamente la remera que había usado Adrian todo el día de ayer. Reí cuando me vi en el espejo y luego me volteé para ver la habitación. ¿Y Adrian? Tomé mi pelo armando una coleta con el mientras me acercaba a la puerta del baño. Cuando me acerqué lo suficiente escuché la ducha, eso significaba que se estaba bañando. Sonreí y fui por mi maleta a buscar la ropa que usaría el día de hoy, luego de pegarme un lindo baño.

Terminé de ducharme y salí de la ducha.
Busqué una toalla en uno de los muebles del baño, y la amarré en mi cintura.
Me despeiné el cabello con mi mano, salpicando agua hacia todos lados, y me acerqué a la puerta, girando la manilla, para salir del baño.

Encontré un vestido blanco con algunos estampados de flores verdes, jamás lo había usado y el día, a pesar de estar en invierno, se sentía un poco caluroso. Saqué también de la maleta un abrigo y unas zapatillas, amaba usar vestidos con zapatillas, pensaba que le daba mi propio estilo. Me sorprendí por lo que había hecho, para ser completamente sincera era la primera vez en toda mi vida que buscaba la ropa manualmente, siempre usaba mi varita, siempre. Reí ante ello dejando la ropa sobre la cama para acercarme luego a la ventana, espiando por ella a medias. El día estaba soleado, tal como lo habían predicho mis parpados al levantar.

Salí del baño, y miré por todo el cuarto para ver donde se encontraba mi adorada chica, ya que en la cama, que fue lo primero que miré, no se encontraba.
La vi mirando por la ventana, llevaba puesta mi remera, y se veía lo mas tierna.
Me acerqué a ella, abrazándola por detrás.
- Buenos días, preciosa.. -Susurré en su oído, y miré su perfil, besando su mejilla.

Sonreí tomando sus manos cuando me abrazó por dentras y aún más cuando besó mi mejilla.
- Buenos días amor- sonreí y giré mi rostro para poder besarlo dulcemente en los labios. Si podría comenzar todos mis días de esa manera, sería la mujer más feliz del mundo. Reí ante ese pensamiento. Lo miré sonriendo.
- Me gusta tu pelo mojado- me mordí el labio inferior para contener una risa.

Mi pelo, estaba mojado. Levanté la mirada intentando mirar mi cabello, y luego hice una mueca. Reí y la solté, tomé mi ropa, y volví al baño.
Mierda! No había traído ropa a Italia. Maldije en mi fuero interno y sólo me vestí con mis jeans.
Busqué mi varita y obviamente aparecí en una fracción de segundos en mi cuarto, en Hogwarts.
Busqué un poco de ropa, y la metí rápidamente en una maleta, tomé nuevamente mi varita y volví a Venecia.
Me vestí rápido en el baño, y luego salí de él algo agitado.
- ¿Me demoré mucho? -Le pregunté a Emma, con una sonrisa amplia. Esperaba que ella no se hubiera dado cuenta.

El había vuelto a meterse en el baño y yo me dediqué a seguir mirando el hermoso paisaje. Mis pensamientos empezaron a pasar desde entre mi familia, hasta mis amigos, hasta los mortifagos. El gran desafío de mi vida.
Me sorprendí al notar todo lo que puede cambiar en menos de un día. El día anterior había decidido aclararle los puntos a Adrian, decirle lo que me hacía sentir su ausensia y estab acasi decidida a dejar nuestra relación como una historia más, y a pesar de todo ello, estabamos de lo mejor. Nos habíamos venido a Venecia a pasar un fin de semena completamente para nosotros dos solos, recuperar el tiempo perdido.
Me giré sobresaltada para ver que Adrian salia del baño un poco agitado.
- Eeh.. No sé- me encogí de hombros mientras comenzaba a caminar hacía el baño. Tomé en el camino la ropa que habia dejado sobre la cama y besé su mejilla antes de encerrarme en el.

Me senté en la cama, y tapé mi cara con mis manos, intentando acompasar la respiración, mientras Emma había entrado al baño.
Luego me recosté en la cama y cerré mis ojos, fundiendome en mis pensamientos.

Cuando cerré la puerta tras de mi me miré en el espejo y no pude evitar reírme por lo bajo. Estaba completamente despeinada, algo común en mi, raro que Adrian no se haya reído o algo por el estilo.
Abrí el agua caliente seguido por la fría, a pesar de estar en invierno estaba caluroso pero tampoco tanto como para bañarme con agua fría, lo mejor era la tibia. Me quité la remera y me metí bajo el agua. Sentir como esta chocaba contra mi piel desnuda se sintió reconfortarle, nueva. Básicamente estaba como nueva.
No demoré mucho bajo el agua, cuando salí de la ducha me envolví en la toalla y peiné mi cabellera rubia. Luego me cambié con la ropa que ya había preparado y dejé en el cesto de ropa sucia del hotel las toallas que habíamos usado.
Salí del cuarto de baño y lo busqué con la mirada, sonreí al ver que seguía allí. Estaba acostado sobre la cama y con los ojos cerrados, parecía estar dormido, en un sueño profundo. No quise levantarlo ¿Para qué?
Tomé un libro de mi maleta y me senté en un sillón cerca de la ventana a continuar la lectura, hacia bastante que no leía los cuentos de Beedle el Bardo, cosa que me sorprendía, desde que tenía memoria lo amaba, el hecho de que mis padres me lo hayan leído mas de mil veces ayudaba muchísimo. Me fundí en la lectura, sonriendo al saberme cada linea.

Después de un momento, abrí mis ojos y me levanté de la cama, sentándome en ella.
- ¿Amor? -Murmuré mientras me refregaba los ojos. La miré, sentada cerca de la ventana, leyendo.
Sonreí de medio lado, y me levanté caminando hacia donde ella estaba.
Me hinqué frente a ella y besé una de sus rodillas.
- ¿Qué lees, bonita? - Le pregunté.

Levanté la vista cuando escuche su voz y sonreí mientras el se acercaba. Marqué la hoja en la que estaba y lo cerré mirándolo medio arrodillado delante de mi, no pude ocultar una sonrisa cuando besó mi rodilla.
- Los cuentos de Beedle el Bardo- contesté sonriendo- ¿Los conoces?

La miré detenidamente, era tan hermosa.
Sonreí y negué con la cabeza, la verdad nunca había escuchado ni nombrar el libro.
- ¿De qué se trata? -Pregunté mientras me levantaba. Tomé a mi novia de las manos, levantándola de la silla. Me senté yo en ella, y jalé del brazo a Emma para que se sentara en mis piernas.

No pude evitar sorprenderme a su respuesta, eran las historias más conocidas en el mundo mágico. Cuentos para magos ¿no?
Sonreí ante todo lo que hizo y lo miré cuando quedé sobre sus piernas. Le robé un beso tierno y reí por lo bajo.
- ¿Conoces la historia de las reliquias de la muerte?- levanté una ceja.- Sobre los tres hermanos que burlaron la muerte y gracias a ellos, esta le entrego tres reliquias, que juntas son las reliquias de la muerte- murmuré.